El viaje de las tres ovejitas
Tres ovejitas Xanti, Meeda y Daee decidieron un día ir a otro pasto. Habían oído hablar que río abajo había un pasto mucho mejor, el agua era más cristalina y las flores más sabrosas.
Dicho y hecho, cogieron sus pertenencias y un barquito, lo empujaron y se subieron cuando este pilló velocidad y se dejaron guiar por el río hacia el sitio del cual les habían contado era el mejor de todos.
Un día después cuando pararon a comer en un prado se encontraron con un chico que tenía el pelaje negro, A Meeda eso le encantó, por lo cual no faltó mucho para que esta y el nuevo llegado decidieran unir sus destinos, por lo cual este se unió al grupo en su viaje.
Xabo que este era su nombre les contó que si tomaban la siguiente desviación del río se encontrarían con una ciudad que tenía las mejores maravillas del mundo y eso era algo que tenían que ver pues seguro que les gustaría.
Daee sin embargo sentía que eso no estaba bien de algún modo el nuevo acompañante no le gustaba, pero no dijo nada sino que los siguió.
En unos días llegaron al sitio prometido. Y efectivamente era espectacular, para unas ovejitas de campo como ellos a todo paso se encontraba algo impresionante, parecía que las maravillas no se acababan.
Después de unos días en esa ciudad maravillosa pero que no tenía el pasto buscado Daee pidió a sus amigos seguir con su camino. Pues llegar al sitio prometido, el sitio perfecto para ellos, había sido la intención primaria. Sus amigos al principio se negaron pues les gustaba ese nuevo sitio, pero Daee sentía que eso no estaba bien.
El siguiente día les volvió a insistir en proseguir su viaje, pero ellos se volvieron a negar.
El tercer día que Daee les volvió a insistir, estos se miraron entre sí y accedieron a seguir.
Prepararon todo para la marcha, le pidieron a Daee que subiera al barco mientras ellos intentarían que el barco pille velocidad. Esta subió al barquito y sintió el aire como le volvía a dar en la cara y sintió esa libertad que siempre sentía al iniciar un viaje. Sintió como el barco se alejaba, pero cuando miró hacia atrás, se encontró con el hecho de que sus amigos se habían quedado en tierra, mientras que ella estaba sola en el barquito que se estaba alejando poco a poco como un pétalo llevado por las olas.
Su corazón empezó a martillar por la traición de la cual había sido objeto, especialmente cuando sus amigos habían sido los perpetuantes de esa traición.
Cuando se fijó mejor en el río se dio cuenta que la habían empujado hacia la parte del río que estaba llena de remolinos, se agarró al barco mientras rezaba que todo eso fuera una pesadilla y que dentro de nada despertaría y se encontraría que nada de eso había pasado.
Volvió a mirar hacia atrás y vio a sus amigos a cuales esa situación les parecía graciosa.
Su barco se fue alejando con dificultad mientras miraba hacia atrás.
Cuando pasó el peligro se tranquilizó y se quedó dormida.
El barco fue río abajo hasta que volvió al río principal y siguió el camino que tenía que haber tomado con sus amigos, aunque ahora estaba sola.
El camino en solitario resultaba menos aguantable, echaba de menos las risas al anochecer haciendo bromas, o tal vez simplemente echaba de menos su compañía, ahora todo estaba triste y silencioso.
Un día encontró por fin el nuevo pasto, al principio no estaba segura pero cuando lo probó descubrió que su sabor era mil veces mejor que todo lo que había probado anteriormente.
La comida era buena, el agua te refrescaba mientras que el sol calentaba lo justo, y la lluvia siempre era bienvenida, pues hacía que el pasto crezca y parecía nunca agotarse. Los que ya vivían en ese sitio la recibieron con los brazos abiertos e hizo nuevos amigos.
Pero por las noches cuando iba a dormir seguía preocupándose por sus amigos que se habían quedado en aquel sitio. A pesar de la traición seguía preocupada por ellos especialmente por culpa del novio de Meeda que no se ganó su confianza.
Un día decidió volver para ver como estaban.
Preparó el barquito, se despidió de los nuevos amigos prometiéndoles volver en poco tiempo y empezó el viaje de vuelta que resultaba mucho más difícil pues ahora iba contra corriente.
Después de un difícil viaje llegó a la ciudad que seguía siendo tan maravillosa como la recordaba.
Buscó a sus amigos y los encontró, descubrió que estaban felices allí y si bien se sentían mal por lo que le habían hecho ahora estaban felices tal como estaban, así que después de quedarse una semana, pues estaba claro que no tenía por qué preocuparse ahora por que Xanti no resultó ser mal chico, decidió marcharse y volver al sitio en el que ella estaba feliz.
Moraleja: Cuando decides hacer algo junto a otras personas no esperes que ellas sigan hasta el final, tal vez ellos encuentren algo que les haga más felices. Si quieres puedes seguir adelante tu solo aunque te resulte difícil, pero si es lo que tu quieres sigue tus sueños, nadie más puede hacerlo por ti.
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